DANIEL SERRANO ENTRE LA INERCIA DE LA DERECHA Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA TRANSFORMACIÓN
Por Fernando Elías Hernández
Gobernabilidad es la capacidad de un gobierno (en este caso, municipal) para dirigir, administrar y gestionar de manera eficaz, eficiente, legítima y estable los asuntos públicos, garantizando el orden, la estabilidad, el bienestar de la sociedad, el cumplimiento de sus funciones, la participación activa de la población (no solamente de los ciudadanos), la transparencia en la gestión y la rendición de cuentas, así como la capacidad de resolver conflictos, adaptarse a los cambios y dar respuesta oportuna a las demandas sociales, dentro de un marco legal e institucional.
De tal manera que la gobernabilidad de la administración pública municipal la podemos observar en cuanto su capacidad para. Tomar Decisiones efectivas (gestión pública); generar Consenso y Legitimidad a partir de la implementación de sus políticas públicas (aceptación por la ciudadanía); crear Estabilidad Política y Social al ser oportuno en la atención y resolución de las demandas del pueblo (manejo de conflictos).
Todo lo anterior da como resultado mejores condiciones para el desarrollo y bienestar de los habitantes del municipio y mayor confianza en las instituciones.
Con estos elementos y pasados los primeros 100 días de gobierno municipal, podemos asegurar que el actual presidente municipal, ya adeuda a la población de Cuautitlán Izcalli, veamos porque:
– En su análisis debería contemplar, aunque sea como posibilidad, que en el proceso electoral pasado fue beneficiado por el fenómeno “Plan C” para ganar diputados, senadores y la presidencia de la república. La presidencia municipal fue, para él, un beneficio colateral. Los números electorales son muy claros en cuanto a los resultados diferenciados para el diputado local y el presidente municipal.
– El proceso electoral demostró que el dinero, aunque importante, no es lo fundamental para ganar una elección y que las lealtades compradas duran lo que indica el contrato y que no garantizan el compromiso y la mística que requiere un gobernante de izquierda, tal vez la caracterización no sea la correcta o me haya ganado el optimismo.
– Es claro también que ante la soberbia de la derecha que terminó gobernando con ocurrencias (bailes, shows y rifas), la población esperaba un plan de gobierno inteligente. Sin embargo, a la soberbia de la derecha se le sumo la arrogancia, síndrome del nuevo rico con la que actúa la actual administración.
– A cien días no se puede ver un cambio sustancial, ni en la forma ni en el fondo, de la administración pública municipal.
– Todo transcurre por inercia, funciona la administración pública municipal por la inercia, pero no hay gobierno, se repite la misma fórmula gerencial de los gobiernos prianistas, cambio de gerente, pero de no políticas, es más, no hay políticas públicas que evidencien un desarrollo transformador.
– A diferencia de 2018, cuando su “trabajo” fue dinamitar al primer gobierno morenista de Ricardo Núñez, con el personal que tenía bajo su mando: dirigentes partidarios, regidores-síndicos y haciendo alianzas con la derecha prianista, ahora no tiene ningún pretexto para explicar el “impasse” que vive su “gobierno”.
– Es más, la decisión de crear una “Dirección de Democracia Participativa” con un alto costo burocrático y sin ejes rectores que indiquen el para qué y los cómos, hacen prever un incremento en el malestar del pueblo organizado que ve en esa acción la intención de mediatizar la participación popular. Más allá de la cuestionable legalidad con la que se da vida a este aparato burocrático, la pertinencia política es por lo menos un gran desatino.
– Sin duda es un gobierno legítimo porque proviene de un proceso electoral libre y transparente, aunque su representatividad puede quedar en serias dudas.
– Pero siendo el gerente municipal, no termina por entender que las condiciones políticas coyunturales han cambiado y que estamos ante la gestación de un nuevo paradigma mundial. Y que ante esto es crucial que la autoridad municipal cuente con el reconocimiento y aceptación de la población, por lo que es imprescindible abrir espacios a la Participación Popular en la toma de decisiones y no tratar de sustituirla con direcciones de “democracia participativa” que son un contrasentido de origen.
– Hacer política significa analizar y asir la realidad de tal manera que podamos comprenderla para transformarla. Elementos para desarrollar un buen programa de trabajo los proporciona cada mañana la jefa del ejecutivo federal, doctora Claudia Sheinbaum, pero en la autoridad municipal no hay capacidad para tomar las oportunidades que se pueden entretejer de las líneas programáticas del gobierno federal y aprovecharlas para bien del municipio.
– Por supuesto que, en la visión gerencial rudimentaria de la actual administración, la planificación estratégica (presupuestos, planes de desarrollo, políticas públicas, etc), no están a la orden del día. Debido a esa carencia de visión política los problemas por pequeños que parezcan o de una fácil resolución se tornan en complicaciones y enredos burocráticos, con el consecuente malestar ciudadano.
– Seamos claros, los foros de consulta que se supone son base para la elaboración del Plan de Desarrollo Municipal fueron solo de utilería, igual que en los gobiernos prianistas. Lejos de reunir “las necesidades y demandas principales del pueblo de Cuautitlán Izcalli” para “mejorar la calidad de vida para el bienestar de las y los izcallenses”, lo que han hecho hasta ahora es básicamente “nadar de a muertito”. No hacen nada y lo que hacen lo hacen mal, son una mala copia de las administraciones prianistas. Administraciones, que no gobiernos, que se caracterizaron por el dispendio, la irracionalidad y el mal uso de los recursos públicos.
– Los malos servicios públicos como agua, transporte y seguridad evidencian la falta de liderazgo de quien ostenta la mayor responsabilidad política en el municipio. Cuautitlán Izcalli tiene tres problemas generales de los cuales se desprenden otros de carácter transversal: Movilidad, Agua y Seguridad.
– Ante esas problemáticas no existe un plan que siente las bases para iniciar el proceso de transformación en el municipio. ¿Tapar baches es la política de movilidad? Esto pone de manifiesto la pobreza intelectual del prianismo inserto en los actores políticos del morenismo de Cuautitlán Izcalli. ¿Asignar cuotas y horarios para la dotación de agua a la población es la propuesta que resolverá la crisis hídrica del municipio? Cínicos neoliberales que pugnan por debilitar a los organismos públicos del agua para privatizarla. ¿Hacer operativos para revisar vehículos es la estrategia integral de seguridad para combatir a los grupos criminales que gozan de impunidad? La pregunta se responde sola.
– Es evidente que no hay coordinación con los otros niveles de gobierno (estatal y federal) y resulta patética la obvia animadversión que hay a la transparencia por parte del actual administrador del municipio que no permite que los monitores del gobierno estatal accedan a los eventos o reuniones gubernamentales, muy parecido al prianismo, de rendir cuentas ya ni hablamos.
– El actual gerente municipal se precia de un lenguaje prolijo de epítetos, pero vacío de fondo. Ahora resulta que la democracia participativa es una dirección con más de 90 personas. Entiendo que plantear postulados desde su fuente para aclarar su desviada ocurrencia podría generarle una mayor confusión, por lo que solo nombraré algunos teóricos para la consulta de aquellos que quieran profundizar sobre el tema: Rousseau, Lewis, Condorcet, Przeworski, Bobbio,Bovero, Dahl, Habermas.
– Para fines más didácticos usaré algunos párrafos de la Wikipedia “La democracia participativa es una forma de democracia en la que los ciudadanos tienen mayor participación en la toma de las decisiones políticas que la que les otorga tradicionalmente la democracia representativa.” “Su mecanismo (de la democracia participativa) puede definirse con mayor precisión como un modelo político que facilita a la ciudadanía su capacidad de asociarse y organizarse de tal modo que puedan ejercer una influencia directa en las decisiones públicas. En la actualidad se manifiesta usualmente por medio de una diversidad de procedimientos, como presupuestos participativos, consejos vecinales, consejos comunales o consultas populares.” ¿De dónde salió semejante ocurrencia de suplantar la participación democrática de la población con un aparato burocrático? ¿Y entonces para qué se realizó la cuestionada elección de Copacis?
– El diálogo con los actores políticos y sociales está roto. La falta de una línea central de desarrollo y los ejes transversales que la complementan; la carencia de liderazgo y las actitudes más parecidas al prianismo; la ausencia de políticas públicas que se orienten a la resolución de las demandas del pueblo, todo en su conjunto genera inestabilidad social que se manifiesta con cada tropiezo administrativo. Manifestaciones, bloqueos viales, pronunciamientos en redes sociales, se suman a la andanada de golpeteos de la oposición que mira con deleite el gran parecido con su línea de acción y al mismo tiempo su incapacidad para diferenciarse de los gobiernos neoliberales que han ejercido en el municipio. Dicen que los polos se tocan, este es un ejemplo de ello. Administración gerencial de un municipio en el que los transformadores no se atreven, o no saben, orientar sus acciones a la transformación municipal. ¿Dónde queda la propuesta de una nueva ley o reglamento de participación ciudadana y popular que permita prevenir y encauzar los conflictos? ¿Dónde el concepto de comunicación social? Tal parece que los municipios de Cuautitlán, Cuautitlán Izcalli, Tultitlán, Coyotepec, Hueuhuetoca y Naucalpan tienen el mismo concepto de Comunicación Social como Organizador de Eventos. ¿Hacer videítos tiktokeros es la política de comunicación social de la 4T en los municipios? ¿Intentar mal imitar las mañaneras es la propuesta?
– Diseñar una estrategia de seguridad pública va más allá de estar presente en las reuniones de construcción de la paz, eso mismo hacia la anterior gerente del PAN y tuvo tan malos resultados como los de ahora. No se entiende que para construir la paz en el municipio se requiere tomar la iniciativa para terminar con los poderes fácticos del transporte, de tianguistas, de grupos que venden calcomanías de impunidad para automóviles y transportistas, lonas que disfrazan la extorsión a comerciantes y sus contrapartes en la policía y la administración pública municipal.
Pretender que se posee la verdad de la 4T es un contrasentido, porque la mayor verdad se construye con la participación del pueblo y eso parece que se le ha olvidado al responsable de la gerencia municipal y a sus allegados.
Un gobierno municipal con buena gobernabilidad logra equilibrio entre eficiencia, participación y legitimidad, asegurando desarrollo sostenible y bienestar para sus habitantes.
Un gobierno progresista se manifiesta en su capacidad administrativa, en su eficiencia y efectividad en la gestión de los recursos y servicios públicos y en la formación y profesionalización del personal municipal. No se trata de tener doctorados o maestrías, pero sí un mínimo de sentido común. Ese sentido que se enriquece con las vivencias y conocimiento de la demarcación. Porque el amor nace de lo que se conoce y se defiende lo que se ama.
Un extranjero difícilmente podría entender, comprender y asimilar todo lo que significa ser de Cuautitlán Izcalli, pero sobre todo le costaría imaginar cómo transformarlo para bien de sus habitantes. Eso es lo que está sucediendo.
El actual gerente municipal no es de Izcalli ni lo conoce y obvio no hablo de las colonias o pueblos, hablo de su gente, de sus historias, de sus procesos para erigirnos con identidad, aunque algunos digan que no tenemos.
¡No! No conoce el municipio y por supuesto no lo ama.
No lo conoce y no logra ver las soluciones a las problemáticas que el mismo pueblo le muestra para poder transformar la realidad que hoy impera.
Tampoco es de Morena porque el primer gran ejemplo del expresidente Andrés Manuel López Obrador y de la presidenta Claudia Sheinbaum es la HUMILDAD y el Gerente Municipal es todo menos humilde.
Solo el pueblo puede salvar al pueblo y aquí se pretende suplantarlo con burocracia, en lugar de abrir la discusión al pueblo para crear un nuevo reglamento de participación, que permita generar espacios para la consulta y toma de decisión del pueblo.
No mentir, no robar y no traicionar al pueblo significa que los servidores públicos deben tener capacidad para resolver, no para evadir responsabilidades esperando la anuencia del gerente. El servidor público debe su lealtad al pueblo y no está para ser tapadera del presidente municipal.
El Gerente municipal Daniel Serrano hasta ahora ha dilapidado el bono electoral que le otorgó la población izcallense y parece más un infiltrado del PRIAN antes que un militante de MORENA. Puede cambiar, sí ¿querrá hacerlo?
Por el bien de todos los habitantes de Cuautitlán Izcalli ojalá que así sea.
Fernando Elías Hernández.