Llegaron, llegamos de todo el país.
El llamado a defender el país en torno a la Presidenta de los Estados Unidos Mexicanos, Doctora Claudia Sheinbaum, fue escuchado por la población que la acompañó desde el inicio de su alocución con un estruendoso «No estás sola».
El Zócalo de la Ciudad de México se estremeció por la intensidad y fuerza del grito pero más aún por el sentimiento de solidaridad con «su presidenta».
Suya sin lugar a duda, porque pertenece al pueblo que representa con orgullo, ese 85% de aceptación no es un número, es un sentimiento, es un grito, es el alma de la nación.
El calor parecía insoportable hasta que la brisa del mensaje inundó el centro político del país.
La atención al mensaje y la interpretación al momento de cada uno de los ahí reunidos: «Eso lo dijo para que Trump sepa con quien se mete», «Tenemos mucha Presidenta», «Con México no se metan porque un soldado en cada hijo le dió».
Los gobernadores de oposición incrédulos e incómodos porque no esperaban tanto amor de un pueblo para su gobernante. Cerraron filas no por filiación sino por interés, pero se les reconoce que estuvieran presentes.
Alegría de un pueblo por reencontrarse, orgullo por saberse bien representado en la persona de una mujer brillante que se ha puesto al tú por tú con el magnate Trump en funciones de presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.
Sin regateos miserables México tiene a la Jefa de Estado con mayor influencia en el mundo. Lo es porque se construye como un hito de referencia global para la interlocución y negociación con el multipolar Trump.
Hace falta ser miope o absurdo para no entender que hoy el pueblo se siente bien representado. Que el permanente bombardeo de mentiras, epítetos o acusaciones falsas disfrazadas de «comentario o análisis» en redes sociales no hacen mella en la realidad que vive la gran mayoría del pueblo de México.
¡México tiene mucha Presidenta!